INTRODUCCIÓN
La trata de personas es uno de los delitos más lucrativos y crueles de nuestro tiempo. Cada año, miles de personas son explotadas con fines sexuales, laborales o de esclavitud moderna, muchas veces sin que su entorne siquiera lo note hasta que las víctimas son captadas y sacadas de su país de origen rumbo a países del primer mundo, como por ejemplo España. Según la Oficina de las Naciones Unidades contra la Droga y el Delito (UNODC) más del 70% de las victimas identificadas son mujeres y niñas y una de cada tres víctimas son menores de edad.
En este sentido, la Comisión Europea publicó el quinto informe de seguimiento sobre los progresos realizados en la Unión Europea en la lucha contra la trata de seres humanos correspondiente al periodo 2021-2022. El citado informe señala, a nivel europeo, que el número de víctimas registradas ha aumentado en un 20,5%, siendo la mayoría de las víctimas ciudadanos de fuera de la UE (54%). La trata con fines de explotación sexual siguió siendo la forma más frecuente, con el 49% de todas las víctimas de trata, de las cuales el 92% eran mujeres. La segunda forma más frecuente fue la explotación laboral, cuyo número de víctimas aumentó un 51% en comparación con el período anterior. La trata de niños representó el 19% de todas las víctimas de la trata en la UE, lo que supone un descenso del 3% en comparación con el informe anterior.
Tradicionalmente, los tratantes utilizaban métodos como el engaño emocional, la promesa de empleo o el secuestro para captar a sus víctimas, sin embargo, con la expansión de internet y las redes sociales el panorama cambia drásticamente. Los criminales han encontrado nuevas formas de acercarse a las potenciales víctimas sin necesidad de estar presentes físicamente en el mismo lugar. Y ahora, se suma una nueva herramienta a su arsenal: la Inteligencia Artificial.
Como ya señalamos, hoy los tratantes no necesitan estar presentes físicamente para seducir, manipular o vigilar a sus objetivos. Pueden hacerlo desde una pantalla, en la comodidad de sus hogares, mediante el uso de algoritmos que identifican patrones de vulnerabilidad, bots conversacionales que imitan la empatía humana y perfiles falsos alimentados por IA que parecen reales en todos los sentidos. La tecnología, diseñada originalmente para facilitar nuestras vidas, está siendo usada para destruirla.
¿QUÉ ENTENDEMOS POR TRATA DE PERSONAS?
Hay muchos juristas que definen la trata de personas como una esclavitud moderna. Alguna de las conductas con las que nuestro Código Penal la define son: el reclutamiento, transporte, traslado o recepción de personas mediante el uso de la fuerza, el engaño o la coacción con fines de explotación. Las formas más comunes incluyen la explotación sexual, el trabajo forzado, la servidumbre doméstica, el matrimonio forzado y la extracción de órganos. Aunque este crimen ha existido desde hace siglos, su última dinámica ha cambiado radicalmente con el tiempo y la evolución de la tecnología.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL COMO HERRAMIENTA DE MANIPULACIÓN
Existen diversas formas en que la inteligencia artificial puede ser utilizada para la localización y captación de potenciales víctimas de trata. A través del análisis automatizado de datos en redes sociales, aplicaciones de mensajería y plataformas de contenido, los tratantes pueden identificar con rapidez a personas en situación de vulnerabilidad, tanto emocional, como económica y social, luego emplean perfiles falsos creados por IA, mensajes personalizados generados por algoritmos o incluso deepfakes para estableces la confianza de la víctima.
Pero el aspecto más alarmante no es solo la capacidad de encontrar a estas personas, sino como la IA se convierte en una herramienta de manipulación psicológica. Mediante conversaciones automatizadas que simulen empatía, cariño o apoyo, los criminales pueden lograr influenciar profundamente en las decisiones de sus víctimas, consiguiendo así llevarlas poco a poco a un estado de dependencia emocional y asilamiento logrando que hagan lo que ellos quieren sin necesidad del uso de la fuerza física. De este modo, la inteligencia artificial se transforma en un instrumento silencioso pero devastador de control.
CONCLUSIÓN
La trata de personas ha encontrado en la inteligencia artificial una aliada peligrosa. Lo que antes requería tiempo, engaño cara a cara y movimientos físicos, hoy puede hacerse con unos pocos clics desde el anonimato de una pantalla y con una precisión aterradora. Los tratantes ya no necesitan usar la fuerza para dominar a sus víctimas, ahora pueden manipularlas emocionalmente con algoritmos, perfiles falsos y conversaciones programadas.
El verdadero problema no es la innovación o la tecnología en sí, sino su uso sin control, con una regulación escasa y muchas veces sin que la sociedad lo note. Mientras seguimos fascinados por el avance de la IA, hay victimas que caen en redes invisibles atrapadas por promesas que nunca fueron humanas.
Esto no es una historia de ciencia ficción, es una realidad que está ocurriendo y, si no actuamos de manera temprana, estaremos dejando que la IA se convierta en cómplice de uno de los crímenes más inhumanos de nuestro tiempo.
OPINIÓN
Como jurista, no puedo sino manifestar mi profunda preocupación ante el uso de la Inteligencia Artificial como herramienta de captación y manipulación de víctimas en redes de trata. Considero que estamos ante un fenómeno que combina dos de los mayores desafíos contemporáneos del Derecho: la criminalidad trasnacional y el vacío normativo frente al avance tecnológico.
La trata de personas, reconocida por diversos instrumentos internacionales como una grave violación de los derechos humanos, ha encontrado en la IA un aliado silencioso, eficiente y difícil de rastrear. La manipulación emocional, el engaño personalizado y la construcción de identidades digitales ficticias mediante algoritmos representan un cambio de paradigma en la forma en que este delito se ejecuta.
Con esto no tratamos de criminalizar la tecnología, sino de dotarla de un marco legal que impida su uso para fines inhumanos. Si las mafias la están utilizando para reclutar esclavos modernos, el Derecho no puede permanecer en silencio, todo lo contrario, la respuesta debe ser urgente, firme y multidisciplinar articulando una legislación efectiva, cooperación internacional, formación judicial especializada y sobre todo la prevención mediante la educación digital.
El crimen ha evolucionado y el Derecho debe evolucionar con él.